La pieza teatral plantea dos miradas antagónicas y complementarias de la concepción de la muerte. La primera, a partir de lo festivo como una alusión muy arraigada a la cosmovisión amerindia, en contraste con la segunda, la mirada trágica, concepción más arraigada en gran parte del sur de nuestro continente. Estas dos visiones están planteadas en la obra a partir de la ficción que narra la historia de un desplazado por la violencia (Ignacio Flores), víctima de una bala perdida, que se rehúsa a aceptar su condición de muerto y del sentimiento desolador de ser el primer morador de un nuevo cementerio local. La muerte (Calaca Orosia) ataviada de fiesta viene a inaugurarlo, quien además hace uso de todo su encanto para seducirlo para que acepte su condición de muerto y finalmente conducirlo en un viaje sin regreso a la región del sol. La estructura dramática se desarrolla en cinco misterios que narran la historia de Ignacio Flores, quien a manera de flashback, reconstruye su vida hasta el fatídico suceso de su muerte. En el centro del escenario una desolada tumba, a la izquierda de esta, un columpio territorio de la muerte. Misterio a misterio la historia se revela, el espacio se transforma y la tumba se viste de fiesta.